jueves, 28 de junio de 2012

En una palabra, VERGÜENZA


España ha entrado finalmente en la “Zona de la muerte” de la economía europea.  La forman los países que han perdido su soberanía a causa de la sed de ambición de los bancos alemanes y franceses.
Oficialmente, no es un rescate como los de Grecia, Irlanda o Portugal, sino un rescate para los bancos. El problema es que el estado español va a ser el aval. Entonces, ¿no es un rescate, al menos en la práctica?  El problema es que los medios, como siempre, se han asegurado de que la población no sea consciente de lo que se avecina.
Pero de lo que hablamos hoy es de la reacción del Gobierno, pues es algo de lo que se podría estar discutiendo durante largo y tendido.
El caso es que, tras tantos meses de negación, de la política de la “confianza” y de incumplir todas y cada una de las promesas electorales, tras tantos recortes y los que quedan por venir, nos rescatan,  encima de todo.
Desde que salió a la luz el caso de Bankia, la prima de riesgo se ha disparado. Y, encima, nos dijeron que el dinero recortado a la educación y la sanidad irían a parar a la cuenta de los banqueros.
Desde entonces, las personalidades europeas han advertido de que habría un rescate para España. Y el gobierno, con el apoyo del PSOE, lo ha negado constantemente, hasta  el mismo día del anuncio.
La primera falta de respeto hacia los españoles llegó cuando el anuncio del rescate lo hizo el ministro de economía De Guindos, en vez del presidente del gobierno. El motivo que se dio fue que “era un anuncio menor”.
A pesar de quitarle importancia, y ante la avalancha de críticas, Rajoy compareció ante una rueda de prensa al día siguiente. La expresión “línea de crédito en condiciones muy favorables” en lugar de “rescate” fue, básicamente, lo único que dijo. Se despidió con un “La situación ya está arreglada, así que me voy al fútbol”, refiriéndose al partido de la Selección Española en Polonia.
Rajoy, "presionando" a los europeos.

Desde entonces, los miembros del Gobierno han aparecido para dar explicaciones en contadas ocasiones. Han rechazado explicar el rescate en el Congreso , porque “no se puede comparecer cada vez que nos lo piden”.
Días después, Rajoy dijo que no habría debate sobre el estado de la Nación sin dar más explicaciones.
La única palabra para esta gente es vergüenza. Vergüenza porque no sólo nos mienten, es que luego se van a Europa y dicen otra cosa diferente, pensando que somos idiotas. Es más, esta forma de actuar les ha hecho perder credibilidad por ambas partes.
Ante las declaraciones de que Rajoy había presionado a Europa para que las condiciones del rescate fueran mejores, los países que están ya intervenidos pusieron la voz en grito, pues no entendían que a ellos les hubiesen hipotecado el futuro y, en cambio, a España, le hubieran regalado el dinero. En seguida, tuvo que aparecer Durão Barroso y decir que las condiciones se estaban negociando aún. Entonces ¿En qué condiciones buenas se realizaba el rescate? Nos habían vuelto a mentir.
Lo más probable es que el rescate financiero, se acabe convirtiendo en un rescate total y formal, pues el aval para el préstamo es el mismo Estado Español. El caso es que, a causa de nuestro Gobierno y sus mentiras, no podemos estar seguros de hasta qué punto será grave para nosotros el rescate.
Ante tanto despropósito, un consuelo: no tiene sentido avergonzarse del país en conjunto. Son los gobernantes, y no el país en conjunto, lo que nos avergüenza. Lo que el pueblo debe hacer es dejar de considerarles sus gobernantes, y tratarles como lo que son: traidores, al pueblo, a la nación, frente al capital y sus intereses. 

martes, 26 de junio de 2012

Mineros asturianos: Héroes de la clase obrera



La lucha minera ha sido siempre, en Asturias, uno de los referentes a lo que lucha obrera se refiere.
Son famosos los conflictos que se produjeron en 1934 entre los mineros y el ejército, y las huelgas generales que hubo durante el Franquismo.
Pues los mineros vuelven a estar en pie de guerra, ante los recortes del Gobierno del PP (quién si no), que amenaza con acabar finalmente con el sector.
Es cierto que la minería española sobrevive gracias a subvenciones, y que el carbón español no es rentable. De hecho, existía un plan, acordado con los mineros, para liquidar las minerías no rentables en 2018. Pero el gobierno del PP, sin consultar a nadie, como suele ser su costumbre, de acabar con la industria del carbón seis años antes.
Los mineros comenzaron la huelga en mayo, con encierros y cortes de carreteras. Ante el silencio de los medios españoles, se producían los primeros enfrentamientos con la Guardia Civil.
La lucha de los mineros se recrudecía poco a poco: en algunas ocasiones, los mineros consiguieron hacer retroceder a los guardias civiles.
Las jornadas de los mineros durante la huelga indefinida transcurrían así: tras cortar una carretera principal, iban retrocediendo hasta su pozo. Allí, se enfrentaban a los agentes de seguridad con piedras, tirachinas y lanzacohetes con cohetes pirotécnicos utilizando las señales de tráfico como tubos… a veces eran expulsados, con gases lacrimógenos y pelotas de goma, y otras veces los hacían retroceder.

Y, mientras tanto, los medios seguían sin decir ni mu. La presión policial seguía aumentando, lo que provocó que los mineros se organizasen en una especie de guerra de guerrillas.
También se convocaron manifestaciones en Madrid, que acabaron en cargas y detenciones injustificadas por parte de los antidisturbios.
Se convocó una marcha minera desde todos los pueblos mineros de España hacia Madrid. Planean llegar el 11 de julio.
Las imágenes de los mineros en lucha, nos evocan recuerdos del pasado. Cada vez más, se han convertido en un símbolo, de la lucha que, en muchos casos, debería ocurrir y no es. Muchos admiran a los mineros porque ellos sí se atreven a pelear por lo que consideran suyo.
Sólo queda desearles toda la suerte a los mineros, para que ganen en su lucha y consigan, por lo menos, una victoria para los más despreciados en este país: los trabajadores.

domingo, 24 de junio de 2012

¿Por qué no reacciona la población de Europa?



Recortes sociales, represión, desencanto por los políticos, caída de la economía… La voluntad del pueblo europeo está siendo puesta a prueba.
El ejemplo más reciente son las últimas elecciones legislativas en Grecia y Francia: por un lado, en Grecia, los dos partidos tradicionales, PASOK (socialistas, de centro) y Nueva Democracia (de derechas) han quemado casi todos sus cartuchos. De esta manera, el voto, en vez de migrar hacia la izquierda de SYRIZA (izquierda radical), se ha fragmentado en muchos  partidos, incluyendo el partido nazi Amanecer Dorado. A pesar de ser una salida clara, por la decepción de los partidos PASOK y Nueva Democracia, y el estado en que han dejado el país, SYRIZA consiguió el tercio de los votos y Nueva Democracia otro tercio. Amanecer Dorado consiguió 18 escaños.
Por otro lado, en Francia, el giro político fue al revés: la derecha, que estaba en el poder desde antes de la crisis, fue castigada por la población (la que votó, pues hubo un absentismo muy elevado) y llegaron al poder los socialistas.
El caso es que da igual el signo político, ningún político  ha hecho un buen tratamiento de la crisis. En los países que había un partido de derechas gobernando cuando empezó la crisis, ahora hay, o habrá dentro de poco, partidos de centro-izquierda, y viceversa. El bipartidismo está presente en todos los países de Europa. Y mientras tanto, los partidos de izquierda son ignorados, y los de extrema derecha están en auge. Todo se parece mucho a los años 30.
¿Es que no hemos aprendido nada? ¿No quedó claro ya que la extrema derecha sólo lleva al odio y el racismo, buscando un culpable fácil para problemas provocados por los políticos y no por inmigrantes?
De hecho, la izquierda sería una solución aceptable para la crisis. Si las políticas sociales realmente se hicieran para la gente, y se buscaran y castigaran a los culpables de la crisis, los problemas de los países de Europa acabarían pronto.
Pero la gente no vota a la izquierda, porque los medios de comunicación han asentado tanto el bipartidismo que se piensa que los demás partidos están de decoración en los parlamentos. Asegurando el bipartidismo de esta manera, se aseguran también de evitar cualquier posible cambio que se pueda llevar a cabo y que les ponga en peligro. Mediante el control de las masas, los políticos, que nos han metido en esto, se mantienen en el poder. Sólo con unos medios rigurosos y realmente responsables, reaccionaría la población ante los atropellos que se cometen contra ella. 

martes, 19 de junio de 2012

Crónica de la Gran Recesión en España

Este relato no pretende ser totalmente exacto, es más bien una historia sobre lo que en realidad pasó, y sigue pasando con la crisis en España, que, desde un principio, y ahora todavía más, se intenta ocultar mediante los medios de comunicación.


Antecedentes
En 2008, comenzó una crisis económica que, históricamente se conoce ya (y se conocerá) como la Gran Recesión. Fue una de las peores crisis de la Historia, y, para muchos países, España incluida, fue la peor sin duda.
Esta crisis fue una crisis del sistema capitalista neoliberal. El referente mundial, que imperaba desde 1989, tras la caída del Muro de Berlín, y que existía desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se desplomó, y el mundo sufrió las consecuencias.
Para España, los orígenes de la crisis están en 1998. Por aquel entonces gobernaba Aznar con el PP, y se enfrentaba al reto de reactivar la economía española.
La economía española estaba en crisis desde 1993, año en que el país rozó la recesión y el paro llegó al 24%.
Aznar realizó privatizaciones para controlar el déficit (Endesa, Telefónica, Repsol) y hubo recortes sociales, pero no fue suficiente: había que encontrar un motor para la economía.
El 1998, pues, el gobierno de Aznar (con Rodrigo Rato de Ministro de Economía) publicó la Ley de Suelo, que, básicamente, causó que fuese más fácil construir viviendas y venderlas. Ese sería el nuevo motor económico.
Y así, durante 10 años, la economía española fue el “milagro” del neoliberalismo. España se colocó en el puesto nº8 del mundo según el PIB. Ciudades como Marbella eran el centro de blanqueo de dinero de muchos extranjeros.
Pero este “milagro” tenía pies de barro: el ladrillo empezó a subir, y se formó una burbuja inmobiliaria.
Este sistema económico, tan perfecto en teoría, acabaría cayendo tarde o temprano, y el año fue 2008.


La crisis financiera
Durante esos años e bonanza, en España y el resto del mundo, los bancos habían estado dando créditos a cualquier persona que lo pedían. De esta manera, los bancos de todo el mundo hacían paquetes con estas hipotecas y las vendían a otros bancos. El negocio era el siguiente: tú me das dinero en el momento, y así yo tengo liquidez, y tú cobrarás las hipotecas en diez años. Parece un buen negocio, si no fuera por dos cosas: el dinero que se usaba en las transacciones era dinero de los ahorradores, que no eran informados de lo que se hacía con su dinero, y, también, porque las hipotecas que se daban no iban a poder ser cobradas al ritmo de subida de los intereses (el Euribor, del que tanto se hablaba en las noticias).
Esta práctica estaba condenada al fracaso, y, de hecho, no tardó en llegar el momento en el cual las hipotecas no pudieron ser pagadas. Se desató una crisis de crédito mundial: los bancos internacionales no pudieron cobrar sus hipotecas, por lo que dejaron de dar préstamos. Esto paralizó la economía de los países, pues, de repente, ya no había dinero para hipotecas, ni para los negocios, ni para las familias, por lo que comenzó la crisis económica de verdad. Fueron los bancos los que, en vez de hacer frente a las malas gestiones, provocaron una avalancha de impagos para no caer.


La crisis económica

La negación de Zapatero
Por aquel entonces, en España gobernaba el “socialista” (PSOE) Zapatero, que había llegado al gobierno en 2004, después de la horrible gestión que había hecho el gobierno de Aznar en la crisis del Prestige 2002-2003 y el atentado del 11-M en Madrid en 2004, así como un descontento social en general por su política.
Zapatero llegó a la Moncloa con promesas de reformismo, pero cumplió más bien pocas: llegó el matrimonio homosexual, las leyes de paridad y mucho más tarde la ley del aborto.
El caso es que el gobierno socialista vendía al extranjero la idea de que la economía española era una de las mejores del mundo, llegando a decir que estábamos en la “Champions League” de la economía, cuando, en 2007, la economía española empezaba ya a “desacelerar”.
Durante todo 2007, y 2008, la versión oficial del gobierno español fue de que no existía crisis alguna. No fue casi hasta julio de 2008, cuando ya se sabía que España iba a entrar en recesión, que reconoció que había una crisis económica. Por aquel entonces, había ya casi tres millones de parados.
Una cosa estaba clara: Zapatero no tenía ni idea de lo que había que hacer, así que el camino más fácil era rendirse al capital y los mercados.

El primer rescate a los bancos y el Plan E
Y el capital (los mercados) habló. Los bancos habían perdido mucho dinero con sus negocios turbios, y habían cortado el grifo del crédito. Además, corrían riesgo los ahorros de mucha gente, pues, para los bancos, es más importante la liquidación de los directivos que el dinero de sus clientes.
Con los ahorros de la gente en la mano, los banqueros presionaron al gobierno para que los rescatara. A pesar de que el sistema económico en España es capitalista, que defiende que el Estado no debe intervenir en la economía, Zapatero sólo veía votos perdidos si los bancos caían.
De esta manera, Zapatero rescató a los bancos varias veces, gastando un total de 16.000 millones de euros.
Esto provocó que el déficit del Estado aumentara. La manera más fácil de que no aumente el déficit es vender la deuda; es un método parecido al de las hipotecas: yo te pago ahora tus deudas, y dentro de tres, cinco, o diez años, tú me lo devuelves con intereses. Durante mucho tiempo, es lo que ha hecho España con la deuda que ha gastado en rescatar a los bancos.
Llegando 2009, a Zapatero le quedaban pocas excusas: los bancos, tras recibir el rescate, siguieron sin dar préstamos, y la gente seguía yéndose a la calle. Además, la burbuja inmobiliaria había explotado y más de un millón de personas serían despedidas a los largo de ese año. Si no se hacía algo, habría cuatro millones de parados muy pronto.
Lo lógico, hubiese sido invertir el poco dinero que le quedaba al país después del rescate en haber creado otro sector económico que llevase adelante la economía. Pero, y sin miedo a equivocarnos, podemos decir que Zapatero (y su gobierno) era básicamente un inútil.
La “gran” solución que dio Zapatero fue el Plan E: la economía se reactivaría, con un inmenso plan de obras públicas. La única aportación de esto fue que no subiese mucho el paro, pero poco después, cuando el dinero se gastase, la caída sería peor.
Y esto fue el Plan E, en el que se gastaron miles y miles de millones de euros, que se multiplicaron a causa de las competencias de ayuntamientos y Comunidades Autónomas, que, encima, se malgastaron en renovar aceras, o en hacer autopistas que no llevaban a ningún lado, o proyectos que se pararon en seco al acabarse el dinero.
Así la deuda española se disparó, el déficit aumentó, y todo esto sirvió sólo para que el paro llegase finalmente a cuatro millones en 2010, menos de un año después.

La primera tanda de recortes. La Huelga General del 29-S
Y llegó el 2010. Y el paro estaba en cuatro millones, y el déficit subía, y los bancos seguían sin dar crédito. En Europa, ya se miraba a España con preocupación. Grecia, Irlanda y Portugal, tarde o temprano, serían rescatados, pero España era ya otra cosa. Si caía España, caería Italia, y la Unión Europea se hundiría.
Desde Europa, sobre todo desde Alemania, se pedían recortes. Esto, en gran parte, es a causa de que gran parte de la deuda española, al igual que la griega antes del rescate, era de los bancos españoles a la banca alemana.
Es muy posible que se le ofreciese a España el rescate económico, a pesar de todo. Y es también muy probable que Zapatero no quisiera, debido a la mala imagen que esto le provocaría. De esta manera, España no sería intervenida, pero tendría que hacer recortes a cambio.
Se podría haber bajado el sueldo a los políticos; también podrían haberse suprimido las ayudas a los bancos, o los enormes gastos que producían las Comunidades Autónomas. Pero, por una causa u otra, como el poder del capital, el amiguismo con los compañeros políticos, etc., lo que se recortó fueron los derechos de los ciudadanos más pobres.
Subió la gasolina (seguiría subiendo), se bajaron las pensiones, se eliminaron varias prestaciones por desempleo, y se hizo una reforma laboral que abarataba el despido y bajaba los sueldos.
Los sindicatos mayoritarios no estaban muy por la labor de protestar, pues recibían subvenciones bastante importantes del estado, y, además el PSOE, que estaba en el gobierno, no iba a recortarlas. De esta manera, los sindicatos vendieron a los trabajadores y se posicionaron de parte del gobierno.
Para disimular, y que el engaño no fuese tan evidente, se convocó una huelga general contra la reforma laboral del PSOE el 29 de septiembre de 2010. A pesar de que hubo concentraciones bastante importantes en todo el país, y que los sindicatos minoritarios sí protestaron de verdad, los de UGT y CCOO volvieron a casa y se dejó de hablar de la reforma laboral. Ningún recorte se paró ni se modificó.
Como era de esperar, lo único que consiguieron los recortes fue empeorar la situación: si a la mayoría, los más pobres, les haces pagar, literalmente, la crisis, no tendrían ese dinero para consumir, lo que haría que la economía se atascara, pues los pobres, si bien tienen una capacidad adquisitiva más baja,  son la mayoría. A finales de 2010 y principios de 2011, ya se veía llegar el quinto millón de parados, con la economía peor que nunca, los sindicatos rendidos al gobierno, y el gobierno a su vez rendido a Alemania y a los Mercados, la población se sentía perdida, sin nadie que les guiara en contra de los que les robaban y mentían. Les iban a hacer pagar la crisis, y no sabían cómo impedir eso. Pero pronto, las cosas cambiarían.

El 15-M y la victoria del PP
A principios de 2011, el paro llegó a los cinco millones. Mientras en Europa la economía caía y la situación empeoraba, sobre todo en Grecia, Irlanda, Portugal, Italia y nuestro país, la historia seguía su curso en la otra orilla del Mediterráneo. En diciembre de 2010, un joven tunecino se inmoló en una plaza de una ciudad cerca de la capital. Esto desató una revolución, que, a su vez, se extendió por todo el mundo árabe en principio, Egipto, Bahréin, Siria, Libia, Argelia, Yemen, todos estos países fueron testigos de caídas de dictadores, guerras civiles, revoluciones pacíficas, violentas, terrorismo de estado, etc. Lo que no se sospechaba en el mundo occidental era que, pronto, las revoluciones del mundo árabe cruzarían el Mediterráneo y se instalarían en cada uno de los países de Europa y América. Lo que si que no se sospechaba es que el punto por donde entraría esa oleada revolucionaria era el país que menos había protestado hasta entonces: España.
El 15 de mayo de 2011 se convocaron manifestaciones por todo el país, mediante una plataforma digital llamada “Democracia Real Ya!”, cuyo discurso era, básciamente, horizontal, y en contra de partidos, sindicatos y de los mercados.
Las manifestaciones en sí fueron más o menos importantes, pero no fueron nada en comparación con lo que pasaría aquella noche: un grupo de manifestantes, al estilo de las protestas en Egipto, acamparon en la Puerta del Sol, Madrid. La Policía les echó. Al día siguiente, había el doble de personas en la Puerta del Sol. Y la Policía les volvió a echar. El 18 de mayo, decenas de miles de personas habían acampado en todo el país.
A raíz de estas acampadas, se formó un movimiento ciudadano de protesta. Al estar inspirado en las protestas del mundo árabe, se llamó Movimiento 15-M.
Los políticos no reaccionaron bien ante estas protestas que no tenían nada que ver con ellos. El 27 de mayo, en Barcelona, los Mossos d’Esquadra intentaron desalojar la acampada del 15-M en la Plaza de Cataluña. Hubo más de 200 heridos. Si bien la gravedad de los hechos no fue demasidado alta, mucha gente se dio cuenta de que, realmente, en España la Policía seguía siendo usada para reprimir protestas contra el sistema. Hubo nuevas cargas por todo el país en los días siguientes, sobre todo cuando los “indignados” (15-M) fueron a protestar a las tomas de cargo de los ayuntamientos en Valencia, Cataluña, Madrid, etc.
Precisamente en aquellas elecciones, que se produjeron en medio de las protestas, el PP ganó en casi todas las comunidades, excepto en Cataluña, Euskadi, Navarra y Asturias.
El PSOE sufrió un descalabro enorme, como era natural, después del desastroso tratamiento de la crisis. La población ya no creía en ellos, y ahora giraba a la derecha.
De este modo, el cambio político en la población se hacía patente: por un lado, las protestas del 15-M, multitudinarias pero minoritarias en comparación con la población total, que abogaba por un cambio político y social, y la “mayoría silenciosa”, que pasó de votar al PSOE a votar al PP. Esto es una consecuencia directa del bipartidismo y de la Ley Electoral.
Las protestas siguieron, pero las acampadas seguían perdiendo fuerza. El 19 de junio, tras manifestaciones de millones de personas por todo el país, las acampadas se disolvieron y el 15-M se trasladó a los barrios, formando asambleas vecinales.
Zapatero, ante lo inevitable, convocó elecciones generales para el 20 de noviembre.
Las protestas siguieron, esta vez con la Policía mucho más activa, y con más detenciones que nunca. Por ejemplo, en agosto, los indignados intentaron recuperar la Puerta del Sol, porque la Policía los había expulsado en aquellos días, y se produjeron cargas con bastantes heridos.
Las protestas no consiguieron nada en la práctica, pero sí se hizo una cosa: la gente perdió el miedo a protestar. En 2011, el número de manifestaciones y otro tipo de protestas se multiplicaron.  Además de España, las protestas se exportaron a Estados Unidos, formando el movimiento Occupy Wall Street, y de allí a todo el mundo. Así fue como, en 2011, las protestas, que comenzaron en Túnez, pasaron a ser unas protestas mundiales.
En septiembre, el PSOE propuso cambiar la Constitución para controlar el déficit en el futuro. El PP estuvo de acuerdo, y, ante las protestas de partidos nacionalistas, de izquierdas y de la ciudadanía, en menos de quince días se cambió por primera vez la Constitución desde que se promulgó en 1978, sin siquiera hacer un referéndum.
Los políticos ni se inmutaron ante las protestas, y el ritmo normal de la política en España continuó. El 20 de noviembre se convocaron elecciones generales, y el PP ganó por mayoría absoluta. La ideología del PP era conocida por todos: el PP era neoliberal, lo que significa que no quieren que haya intervención del Estado en la economía, por lo que se recorta el gasto público.
La táctica era parecida a la del gobierno de Aznar (que por otro lado resultó un completo desastre). Lo que no se sospechaba era que llegarían mucho más lejos.

Los recortes del PP
 A pesar de haberse celebrado elecciones anticipadas, Rajoy no tomó cargo hasta enero, y, aún así, las medidas de verdad no llegaron hasta después de las elecciones andaluzas de marzo.
Pero, cuando llegaron, los recortes fueron brutales.
En realidad, lo único que hizo el PP fue seguir el camino iniciado por Zapatero en 2009 al iniciar el Plan E: el país se endeudó, y la única forma para los políticos de no caer era hacer caso a Bruselas; y Bruselas (Berlín) decía que había que hacer recortes para contentar a los mercados. ¿Por qué hacía caso Bruselas a los mercados? Por la misma razón por la que el gobierno español le hace caso a Bruselas; para poder seguir teniendo los beneficios de ser político.
 Por tanto, la única manera de controlar el déficit es reducir gastos, pues a estas alturas ya no hay dinero suficiente como para pagar la deuda e invertir en algo que dé resultados rápidos (mejor antes de las elecciones generales de 2016), así que hay que recortar. Recortar, recortar, y volver a recortar. Y, a pesar de esto, los recortes que se hicieron no eran para controlar el déficit; son, más bien, recortes ideológicos. Son ideológicos, porque son ineficaces. Como ya hemos dicho, si le quitas el dinero a los pobres, la economía se estanca. Y eso es justo lo que hace el PP: recorta en educación, en sanidad, sube impuestos directos e indirectos (agua, luz, peajes, transportes, gasolina, etc.).
Una de las reformas que más oposición tuvo fue la reforma laboral. Esta reforma laboral seguía el mismo camino, que la del PSOE: abarataba despidos, bajaba sueldos, y, en general, hacía más fácil el despido y la contratación bajo condiciones penosas. Los sindicatos, esta vez, le vieron las orejas al lobo. Esta vez el gobierno no tendría problemas en recortar en subvenciones, así que salieron a la calle. Hubo muchas manifestaciones, en las que le 15-M tuvo un papel muy importante, y, finalmente, se convocó otra huelga general para el 29 de marzo de 2012. La huelga fue secundada por millones de personas, y hubo marchas de cientos de miles. A pesar de este súbito despertar de los sindicatos, muy pronto el gobierno se sentó a la mesa de negociación y los sindicatos dejaron de sacar a la gente a la calle.
Por su parte, los estudiantes también protestaron en contra de los recortes del PP. Ya existía el movimiento estudiantil en la era de Zapatero, unificado en la “Marea Verde”, pero la chispa de verdad estalló la semana del 13 al 19 de febrero de 2012 en Valencia.
Durante varios días, los alumnos del IES Lluís Vives, en la ciudad de Valencia, protestaban por las malas condiciones en que estudiaban. Cuando las protestas se intensificaron, la Policía cargó. Al día siguiente se concentró otra manifestación en contra de las cargas. La Policía volvió a cargar. Finalmente, el jueves 16 se produjeron enfrentamientos entre estudiantes y antidisturbios.
Se convocaron entonces manifestaciones por toda España, y se produjeron disturbios en Barcelona. También fue importante la huelga estudiantil del 22 de mayo, la primera que se convocó a nivel nacional.
La imagen del gobierno entre el pueblo español cayó en picado. Pero también la de la Corona. El 14 de abril, coincidiendo con el Día de la República, se supo que el Rey se había roto la cadena cazando elefantes en Botswana. Ningún español lo sabía. El viaje, además, había sido pagado por un empresario sirio, país en el que había una guerra civil. Todo tenía muy mal aspecto. Esto, unido a la corrupción de la Familia Real, que había salido a la luz a causa del Caso Urdangarín, y el hecho de  que el nieto del Rey se hubiese herido con una escopeta de caza, a pesar de no tener licencia de armas, desató una avalancha de críticas hacia el Rey y su familia. Se dice que aquel día más de la mitad de España se hizo republicana. Y quizá sea cierto, pero, si es casi imposible que se haga un referéndum para preguntar al pueblo por un cambio menor en la Constitución, imaginaros para preguntar por un cambio en el modelo de estado.  A pesar de que el Rey apareció en la televisión pidiendo disculpas, ya no había marcha atrás; la gente se había desencantado con la Familia Real también.
En mayo, además, se supo que Bankia, un banco surgido de la fusión de varias cajas de ahorro insolventes, dirigida por Rodrigo Rato (el de la Ley de Suelo, sí), estaba en quiebra y tenía que ser rescatado por el gobierno, como en 2010. El rescate sería de 23.000 millones e euros, más del doble de lo que se recortó en sanidad y educación.
Al mismo tiempo, y a causa de la crisis de Bankia, la prima de riesgo, que es el indicador de lo que pagamos por nuestra dueda, pasó de los 530 puntos, en niveles de rescate. A principios de junio, todo parecía indicar que España, sumida en un descontento social creciente, con la imagen de sus gobernantes, de sus banqueros y de la Familia Real por los suelos, y con un problema económico cada vez peor, sería rescatada. El Gobierno de Rajoy lo negó hasta el último día
El 9 de julio, justo antes de empezar la Eurocopa, España pidió un rescate financiero a Europa de cien mil millones de euros. Mariano Rajoy se dirigió a la nación el día 10, dijo sus mentiras, y se fue a ver a la Selección Española en Polonia. 
Y así estamos hoy, con casi seis millones de parados, la prima de riesgo, a pesar del rescate, casi a 600 puntos, y con otro rescate, el total, ya en el horizonte. 
Sólo con un cambio súbito podrá España salir adelante. Si dejamos que los que nos gobiernan sigan en sus puestos, España seguirá en el agujero que ellos mismos han cavado durante mucho tiempo, y seremos nosotros quienes paguen las consecuencias.