jueves, 23 de agosto de 2012

Historia de México. De la Independencia al fraude electoral del PRI


La rebelión ha estallado en México. La ciudadanía, encabezada por varios sectores de la juventud, se ha unido para clamar en contra de las elecciones amañadas por el Partido Revolucionario Institucional (P.R.I.) y la manipulación de los medios de comunicación, especialmente Televisa y TVAzteca. 
La mayor demanda de este movimiento es la instauración de una democracia auténtica en México, que se ha visto continuamente bloqueada por el P.R.I. desde hace más de 70 años. Además, cuando parecía que el P.R.I. no volvería al poder, Enrique Peña Nieto, candidato de este partido, se ha proclamado presidente tras unas elecciones amañadas. Esto ha provocado una serie de manifestaciones y protestas pacíficas por todo el país, que han revolucionado la política mexicana.
Pero, para entender bien las causas y los antecedentes de movimientos revolucionarios en México, es necesario conocer su historia, saber cómo ha llegado el país a esta situación, cómo una oligarquía, personificada en el P.R.I., se mantiene en el poder de manera ilegal e ilegítima.

Historia de México

Desde la Independencia a la Revolución (1824-1910)

Desde que obtuvo la independencia, México fue un país políticamente inestable, como la mayoría de los países jóvenes de Centroamérica y Sudamérica, debido a la continua lucha entre un pueblo, en su mayoría progresista, y unos gobernantes conservadores que tenían prácticamente toda la riqueza del país. Absolutistas, invasores franceses, dejaban el país cada vez más pobre. Todo esto cambió cuando, en 1876, Porfirio Díaz, consevador, ante la posibilidad de perder unas lecciones contra los progresistas, dio un golpe de estado militar, instaurando una dictadura conocida como el Porfiriato.
Durante el Porfiriato, que es comparable a la “Dictablanda” de Primo de Rivera en España, México vivió un crecimiento nunca antes visto, gracias al gobierno de tecnócratas y las inversiones extranjeras, pero a costa de los derechos y las libertades del pueblo, incluyendo una fuerte represión de los campesinos que se alzaron contra el régimen y muchos otros abusos por parte de las autoridades hacia los mexicanos. Esto hizo que el descontento creciera no sólo entre las clases más bajas, sino también entre las clases medias que empezaban a perder su capacidad adquisitiva por culpa de las políticas de Díaz.
Porfirio Díaz se mantuvo en el poder mediante el amaño de las elecciones, para mantener una fingida legitimidad. Esta práctica sería muy común para los gobernantes mexicanos a partir de entonces.
Esta situación cambió a causa de Francisco Madero. Madero fundó el Partido Anti-Reeleccionista, que se oponía al gobierno de Porfirio Díaz. Ante esta nueva amenaza, el Porfiriato mandó la detención de Madero junto a 5000 simpatizantes en 1910, a la vez que Díaz volvía a ser elegido presidente.
Madero huyó de prisión, y, convencido de que no había salida pacífica al Porfiriato, fijó el alzamiento de los Anti-Reeleccionistas para el 20 de noviembre de 1910. Esto fue el principio de la Revolución Mexicana.

La Revolución Mexicana (1910-1923)


En un principio, el alzamiento de los “maderistas” fue aceptado por campesinos, liderados por Emiliano Zapata en el sur y por Pancho Villa y por Orozco en el norte. Estos personajes, de ascendencia más o menos humilde, se unieron al alzamiento por diversas razones, sobre todo, para llevar a cabo la reforma agraria tan necesitada por los campesinos. Estos ejércitos fueron tomando ciudades y avanzando hacia México D.F. desde el Norte y el Sur. Finalmente, la capital fue rodeada hasta forzar la dimisión de Porfirio Díaz en 1910. Pocos meses después, Madero resultó elegido presidente de la república en elecciones por mayoría aplastante. A pesar de las grandes esperanzas puestas en él, la lentitud de las reformas maderistas y el continuo asedio de los porfiristas que quedaban en el país llevó a los campesinos, junto a algunos latifundistas,  a alzarse nuevamente contra el gobierno, esta vez de Madero. Aprovechando la confusión creada, los restos del ejército porfirista dieron un golpe de estado en 1913 en México D.F., produciéndose una gran oposición por parte de los habitantes y seguida por una violenta represión del ejército, en el que murieron cientos de personas. El ejército apresó y mató a Madero y su vicepresidente, autoproclamándose presidente el general Huerta. De esta manera, los campesinos y los antiguos maderistas volvieron a unirse en contra del nuevo dictador Huerta. La guerra acababa de empezar. Huerta, desde el principio, invirtió mucho en el ejército para aplastar las revueltas que habría en su contra, que, ahora sí, agrupaban a todos los que se oponían a otra dictadura, como la pequeña burguesía, o Carranza, gobernador de un estado del noreste. Este agolpó a la oposición en el frente común de los "constitucionalistas", a los que Zapata no se unió. 
Este nuevo ejército constitucionalista, ayudado por Estados Unidos, volvió a dirigirse a la capital pueblo por pueblo y ciudad por ciudad, desde el Norte. A pesar de las diferencias que aparecieron entre Villa y Carranza, que más tarde saldrían a la luz, los constitucionalistas forzaron a dimitir a Huerta y entraron en México D.F. en julio de 1914. En seguida, las diferencias entre las clases bajas y medias afloraron una vez derrotado Huerta. Se formaron dos bandos nuevos: los constitucionalistas, comandados por Carranza, y los convencionalistas, comandados por Zapata y Villa. Antes de acabar el año, Zapata y Villa hicieron un amago de tomar la capital, pero, pensando que no serían capaces de gobernar, abandonaron la ciudad y dejaron la ciudad en manos de los constitucionalistas. Sin embargo, en 1915 finalmente los villistas toman la capital. Pero los partidarios de Carranza contraatacaron, y consiguieron, poco a poco, ganarles terreno a Villa y Zapata y aislarlos en el Norte y el Sur, mediante una brutal represión que diezmó a la población campesina y gracias también al apoyo de los Estados Unidos.
En 1917, la situación para los convencionalistas era fatal. Carranza finalmente tomó México D.F., y resultó elegido en unas elecciones dudosas. Zapatistas y villistas seguían retrocediendo.
El principio del fin para los guerrilleros ocurrió en 1919, cuando Zapata fue asesinado a traición cuando se dirigía a entrevistarse con un posible aliado, lo que acabó con la rebelión en el Sur. Mientras tanto, el gobierno de Carranza aprobó la Constitución de 1917, que reconocía bastantes libertades y derechos, pero llevaba a cabo la reforma agraria prometida y devolvió la tierra a los latifundistas.
Cuando parecía que Carranza había vencido, surgió la figura de Obregón. Obregón había sido el segundo de Carranza, pero antes de las elecciones de 1920, le traicionó, y le mandó matar, haciéndose con el poder con ayuda de lo que quedaba de los zapatistas. Obregón llevó a cabo una política un poco más progresista que Carranza, y también él fue el responsable de acabar con los últimos focos guerrilleros, culminando con el asesinato de Pancho Villa en 1923. Aunque la revolución oficialmente no terminó, se considera que el asesinato de Villa supone el final de la Revolución Mexicana, dejando tres millones de muertos, una economía destrozada y las peticiones del pueblo en su mayoría desoídas, así como una oligarquía que monopolizó el poder.

El México moderno (1923-2012)

Esta oligarquía, surgida de la revolución, se institucionaliza en el P.R.I. en 1929. Durante unos diez años, el partido se mantuvo en el poder mediante el amaño de elecciones, con un sistema de partido único (no oficialmente) y llevando a cabo una política que poco tenía que envidiar a la del Porfirismo. La diferencia era que el pueblo mexicano, sumido en la pobreza y la destrucción, ya no tenía capacidad de reacción. No fue hasta los años 30, cuando Cárdenas, del ala progresista del partido, llevó a cabo una modesta reforma agraria, que sería detenida más tarde. Poco a poco, a lo largo de las décadas del siglo XX, México se fue abriendo a un sistema más democrático, aunque siempre bajo la vigilancia del P.R.I. y sus presidentes puestos a base de fraude electoral. Dejaron de gobernar los militares, se nacionalizaron varias industrias, se fomentó la educación universal, se le dio el voto a la mujer, y algunas reformas más, que supusieron un aperturismo de los mexicanos a una cierta libertad. Sin embargo, esta tendencia se paró en los 50 y los 60 con la llegada de gobernantes neo-liberales al P.R.I. En seguida, hubo una fuerte reacción por parte de la población en contra de sus medidas, tales como privatizaciones, devaluaciones de la moneda, etc., que provocaron que los mexicanos fueran cada vez más pobres. Estas protestas culminaron en 1968 con la aparición de un fuerte frente estudiantil, que incluso fueron disparados por el ejército el 2 de octubre en Tlatelolco, produciendo centenares o miles de muertos. Diez días después, se inauguraron en México D.F. "los Juegos Olímpicos de la Paz". Las protestas fueron reprimidas y finalmente el país volvió a la normalidad. El P.R.I. siguió gobernando con la misma mano dura a partir de entonces.
Otra de las aperturas a la democracia fue la aparición de otros partidos. Los otros dos partidos principales en la actualidad, el Partido de Acción Nacional (P.A.N.), de derechas, fue fundado en 1939 y el Partido de la Revolución Democrática (P.R.D.) fue fundado en 1989, tras la fusión de varios partidos de izquierdas.
Este último partido ha sido victima de dos flagrantes fraudes electorales por parte del P.R.I., una en 1988, cuando aún se llamaba Frente Democrático Nacional, que acabó en fuertes protestas, y en las últimas elecciones presidenciales del 1 de julio de 2012.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional lucha
por los derechos de los indígenas desde 1994.

Durante los 90, el P.R.I. empezó a ser asediado por una multitud de grupos ciudadanos, a los que el gobierno sólo supo responder con violencia. Esto, finalmente, supuso la derrota en las elecciones ante el P.A.N. en el año 2000. A pesar de la euforia inicial, los mexicanos pronto descubrieron la dura realidad. El P.R.I. siguió haciendo propuestas en el Congreso, y el P.A.N. aprobó prácticamente todas las nuevas leyes, de manera que quedó claro que el P.A.N. estaba subordinado al P.R.I. Además, el P.A.N. metió al país en una guerra contra el narcotráfico que sigue desangrando a México. Pronto empezó a verse cuál sería el futuro de la política mexicana: un sistema bipartidista, formado por el P.R.I. y el P.A.N., que tienen ideologías muy parecidas, y se alternarían en el poder. Sólo la fuerza de Yo Soy 132 y el desafío del P.R.D. pueden ser capaces de cambiar este rumbo y conseguir que en México haya, después de más de un siglo de lucha, elecciones limpias.



jueves, 2 de agosto de 2012

De la Revolución Rusa a la #RussianRevolution



Hace ya casi 100 años, el pueblo ruso tomó el control de su país, expulsando a una monarquía tiránica y formando un parlamento real. Poco después, la Revolución Rusa fue secuestrada por los Bolcheviques de Lenin.
Era la primera vez que algo así ocurría y se conseguía mantener, un estado socialista que resistía el asedio de las naciones exteriores y del interior.
Pero aquello no salió bien. Con el conflicto entre Trotski y Stalin, y la política del "Socialismo en un sólo país", la Unión Soviética se institucionalizó y se convirtió en una nación tiránica más.
Durante la Guerra Fría, la Unión Soviética gastó gran parte de sus recursos en la guerra de armamento contra Europa y Estados Unidos. Finalmente, la mala gestión de un corrupto Partido Comunista y el gasto enorme en armas hizo quebrar al país.
Una rama del Partido Comunista, encabezada por Mijaíl Gorbachov, intentó reformar la Unión Soviética para que tomase un nuevo rumbo y así poder mantenerse en el poder. Pero el grado de desintegración estaba ya muy avanzado y no fueron capaces de parar la caída de la Unión Soviética.
Entre el caos que se produjo tras el intento de golpe de estado en 1989, por parte de miembros del Partido Comunista, en el que el pueblo ruso defendió el parlamento de Moscú con su propia vida, surgió Borís Yeltsin. En teoría, él fue quien lideró la defensa del Parlamento. Cuando el orden fue restablecido, Yeltsin fue adquiriendo más y más poder hasta que la Unión Soviética se disolvió en diciembre de 1991.
Yeltsin es una figura clave para entender el régimen actual ruso. Fueron él y sus descendientes los que se aseguraron que Rusia se convirtiera en una nación aún más corrupta y pobre que con el comunismo.
Tras caer Gorbachov, Yeltsin empezó a ultracapitalizar el país. Se eliminaron ayudas, educación, sanidad, y, en general, los servicios que da el Estado a sus ciudadanos. Se privatizó el resto, y las antes empresas soviéticas quedaron en manos de unos pocos empresarios que empezaron a ganar cantidades inmensas de dinero.
La población rusa sufrió un gran desencanto con Yeltsin; de esta manera, tras varias elecciones, el Parlamente tuvo suficiente fuerza como para destituir a Yeltsin. En consecuencia, Yeltsin bombardeó el Parlamento e introdujo un sistema autoritario en Rusia, y las manifestaciones en favor de la democracia fueron sangrientamente reprimidas.
Yeltsin finalmente dejó el poder en 1996 en favor del actual presidente, Vladímir Putin, ex-miembro de la KGB.
Desde entonces, Putin ha detentado el poder en Rusia, disimulando de vez en cuando alternándose con Dmitri Medvédev en los puestos de presidente y primer ministro.
Desde la disolución de la Unión Soviética, la democracia ha brillado por su ausencia en Rusia. Actualmente los rusos son gobernados por una oligarquía, cuya cabeza visible son Putin y su esbirro Medvédev. El resto son un conjunto de empresarios multimilloanrios y de políticos corruptos. Este sistema se mantiene en el poder amañando las elecciones cuando hace falta.
Es contra esto por lo que protestan los jóvenes rusos. Ya lo hicieron en 1989, en el golpe de estado, y también en 1993, en el golpe de estado de Yeltsin.
La brutalidad policial contra unos manifestantes que protestaban por la manipulación en las elecciones legislativas del 4 de diciembre de 2011 hizo estallar nuevamente el polvorín.
La oposición se organizó en bloque; comunistas, nacionalistas, demócratas, todos unidos por la caída de Vladímir Putin.
Desde el 5 de diciembre del año pasado, las protestas en Rusia han sido intensas y bastante continuas, incluyendo acampadas, multitudinarias manifestaciones, etc., que las fuerzas de seguridad rusas se han encargado de reprimir violentamente.
La llama de la revolución, que el pasado año recorrió todo el mundo, finalmente llegó a Rusia. Esperemos que la oposición rusa, heterogénea pero unida en bloque, sea capaz de derrocar a Putin y de perpetuar la democracia finalmente en Rusia.