Hoy, 20 de diciembre de 2015, se cierra un ciclo. Podría
hacer hincapié en la importancia del resultado de las elecciones de hoy
para los ciudadanos del sur de Europa, sobre todo teniendo en cuenta los gabinetes
actuales que gobiernan nuestros compañeros de fatigas neoliberales Portugal y
Grecia, pero la verdad es que prefiero echar la vista atrás y ver cómo hemos
llegado aquí. Mucha gente de mi edad, los nuevos votantes que van a ser los
grandes responsables de tumbar el bipartidismo en cuanto cierren los colegios electorales, no recordarán muy
bien todo lo que ha ocurrido en esta X legislatura de la “¿democracia?”
española. Es normal, muchos de nosotros ni siquiera habíamos empezado bachiller
cuando ocurrió el 15-M, y estábamos en plena efervescencia hormonal aún cuando
Mariano Rajoy fue elegido con mayoría absoluta en noviembre de 2011. Sin
embargo, algunos existimos para tocar los cojones, y yo por aquel entonces ya
empezaba a preocuparme por temas sociales y políticos, siendo el 15-M el
despertar de mi sensibilidad política, hecho que ha condicionado mi forma de
pensar durante todos estos años, y los que quedan hasta que el nihilismo
inherente a mi personalidad me convierta en una figura amargada y sin esperanza
por el futuro de la humanidad. En cualquier caso, estos
cuatro años han sido los más importantes para la sociedad española en décadas,
y a mi,sinceramente, me cuesta olvidar todo lo que hemos vivido este tiempo. No me olvido de la violencia policial, de
las detenciones aleatorias, del muro impenetrable que aparentaba ser el PPSOE
en 2011, de los mineros, de la marea verde, de los funcionarios, de los recortes en sanidad, de las
Marchas de la Dignidad, de la reforma laboral, de la Ley Mordaza, de la obra de
la PAH, de las asambleas de barrios, de la monarquía corrupta, del rescate que era rescate pero luego era otra cosa y al final fue rescate, de las huelgas generales, de los casos de corrupción del PP, que han
demostrado la mafia que nos ha estado vendiendo todos estos años a los mercados, y también de
los del PSOE. Me acuerdo del nerviosismo de estos demócratas de “toda la vida”,
en los momentos que han visto peligrar su puesto, y han demostrado el poco aprecio que le tienen a la democracia cuando no funciona para ellos. Ojalá pudiera olvidar los dolores de cabeza que me ha dado la propaganda ponzoñosa
que me he tenido que comer de parte de los voceros del régimen, disfrazados de periodistas con dignidad, que
han convertido el discurso político en algo parecido a discusiones de patio de colegio pero con
un par de chatillos en el cuerpo. De la aparición repentina y no muy sutil de un “Podemos
de derechas” con el apoyo del Ibex35 y los medios de comunicación. Para desgracia de los poderes fácticos, tengo buena memoria.
Dada la
incertidumbre que va a seguir viviendo el 99% gane quien gane, no puedo pedir a
nadie que se involucre realmente con ningún partido de los que se presentan a
estas elecciones. No voy a pedir que se vote a Podemos, el partido al que ya he votado hace una hora, más o menos, a pesar de que para mi es con diferencia la mejor opción. Sin embargo, puedo pedir que, recordemos o no, pensemos detenidamente si
votamos o no, a quién votamos y por qué, pues de momento eso es todo lo que
podemos participar en este sistema, por la vía institucional, al menos. En fin,
solo me queda desear un voto responsable y con memoria, aunque sea esa memoria
inconsciente con la que muchos acaban votando finalmente, pues la memoria es una herramienta vital para la vida (democrática). Si hacemos este ejercicio de memoria correctamente, quizá mañana tengamos
más armas para luchar contra los enemigos que tenemos en esta guerra que,
queramos o no, llevamos librando ya muchos años, contra el FMI, contra Merkel. Contra
el capitalismo salvaje que pretende expoliar nuestros países y alienar nuestras vidas. Hagamos memoria.