lunes, 6 de julio de 2015

La Pasión Griega

Ocho de la noche del 3 de julio de 2015, Atenas, Grecia. Miles de personas se agolpan en la Plaza Syntagma, la plaza donde se encuentra el Parlamento Griego, y que durante años ha sido testigo una y otra vez de escenas de dolor, de violencia, de desesperación. La plaza ha visto decenas de manifestaciones que se han convertido en disturbios, con muertes incluidas, El 4 de abril de 2012, el jubilado Dimitris Christoulas se suicidaba pegándose un tiro en la sien para mostrar su nivel de desesperación y el de miles de griegos. Se podría decir que la Plaza Syntagma ha sido bastante representativa de todo por lo que ha pasado Grecia desde que comenzó la crisis. Sin embargo, en esta ocasión la cosa era distinta. Estos miles de personas asistían a un mitin del Presidente del Gobierno, Alexis Tsipras, a favor de votar "OXI" ("NO") en el referéndum que transcurriría en el país heleno el domingo 5 de julio. En el referéndum se pregunta a los griegos si aceptan las condiciones económicas que pone la Troika (exige, más bien) al gobierno griego. Esto ocurre tras meses de negociaciones y presiones de Europa al gobierno de Tsipras para que no acabe con las políticas de austeridad que llevan cinco años destruyendo la dignidad (y la economía) del pueblo griego. En la concentración la gente parece estar en una fiesta. Por fin alguien pregunta a los griegos qué futuro quieren para ellos, para sus hijos, para su país. Por supuesto, la respuesta de la Troika no se hizo esperar: Grecia aún vive un corralito en estos momentos, y aún siguen las amezanas de líderes europeos de que si no se comportan, los griegos serán expulsados del euro, de la Unión Europea, etc. Sin embargo, una gran parte de los griegos ya no tiene miedo; su nivel de desesperación, de hartazgo, de sed de ruptura, les llevó a votar a Syriza en primer lugar, y ahora van a decir que NO al neoliberalismo europeo. Se cantan canciones, se vitorea a los ponentes, se habla de España, porque Grecia ahora se enfrenta a un enemigo muy fuerte, y necesita aliados. Quizá nos unamos a ellos en el futuro, quién sabe, pero para eso aún quedan meses, como poco. Finalmente, el pueblo griego habló dos días después: el 61% de los votantes dijo que NO aceptaba las políticas de la Troika. La noche del domingo 5, Atenas se convirtió en una fiesta aún más grande. Era la primera vez que alguien nos preguntaba a los europeos si aceptamos las políticas de "austeridad" y expolio que nos asfixian desde hace años. Y todo el miedo, las mentiras, las amenazas, no surtieron efecto en los griegos. Esta es una guerra que va a marcar el futuro de Europa como proyecto político, económico y social. Y, por desgracia, los ciudadanos la vamos perdiendo. Pero esta pequeña victoria puede ser decisiva, especialmente para el sur de Europa.
Es una pena que este sea el futuro de nuestra Unión Europea, una unión que podría haber sido una referencia mundial en paz, en cooperación, en progreso. Pero no, finalmente saldrá por la puerta de atrás de la historia, como tantos otros intentos que acabaron en nada. ¿Y por qué? Porque hemos dejado que vendan Europa, que nos vendan a nosotros. La clase política europea no nos representa; ni siquiera representan a la idea abstracta de nación. Solo se representan a sí mismos y sus intereses personales. No son más que marionetas en manos de la Troika, del FMI, de Wall Street. Esta gente que gobierna a 500 millones de europeos, a algunas de las mayores economías del mundo, a algunos de los países con mayor potencia militar (incluyendo armas nucleares); esta gente solo cumple una misión: seguir en el poder para obedecer los mandatos de las élites fácticas. Igual da monarquía o república, igual da conservador o socialdemócrata, da igual que hablemos de Cameron, Merkel, Hollande, Sarkozy, Renzi o Rajoy: todos, al final, están para lo mismo. 
Y es que en ese momento pasamos de ser ciudadanos, seres humanos, a ser mercancía, somos un recurso que explotar y del que lucrarse. Si el caso de Grecia aún no es lo suficientemente claro, será peor en cosa de un par de años más. Y es que a nuestros dueños les da igual si hay paz o guerra, si hay crisis, hambre, inestabilidad social, si la extrema derecha crece, si los gobiernos se escudadn en el uso de la fuerza bruta y el autoritarismo, ellos siempre van a ganar. Mientras sigan en el poder, ellos ganarán. Europa se romperá porque a nadie con poder le importa el proyecto europeo. Y Europa no está en una posición cómoda, precisamente. Unas economías tan corruptas no pueden seguir prosperando por mucho tiempo, y aún menos si cada país va por su cuenta. Y quizá por una vez podríamos mirar a cómo está el resto del mundo en el que vivimos que no, no acaba en el Mediterráneo ni el Atlántico.
El imperio estadounidense está cayendo, y nosotros nos empeñamos en atarnos a ellos. Y al lado, en nuestra buena vecina Rusia se está explotando el ultranacionalismo para mantener el sistema corrupto y mafioso que es la Rusia de Putin. Estamos entre un gigante moribundo cada vez más desesperado por mantener sus esferas de influencia y otro cada vez más inestable y peligroso. Y el norte de África es otra bomba de relojería que nos explotará en las narices para hacernos pagar por todos los errores que hemos cometido en el pasado y seguimos cometiendo. El futuro dirá, pero desde luego el futuro de la Vieja Europa no pinta nada bien. Como siempre, la clave para evitar todo esto somos nosotros. Pero a ver si somos capaces de cambiar nuestro destino. De momento solo Grecia se ha revuelto contra sus hostigadores. ¿Haremos lo mismo el resto?