lunes, 25 de mayo de 2015

24-M: las elecciones del cambio

2015, el año del cambio, o, al menos, ese ha sido el mensaje que ha salido de las diversas agrupaciones ciudadanas y partidos que, en medida de lo posible para lo que suele ser la izquierda, se han unido con la intención de echar de las instituciones a la mafia del PPSOE en los ayuntamientos, las autonomías y, en última instancia, del gobierno del país.
Después del paso en falso que fueron las elecciones andaluzas, que en cierto modo fueron una bofetada para los que esperábamos o al menos deseábamos una avalancha de cambio que desalojara cada asiento, cada institución de corruptos, se presentaban estas elecciones municipales como un baremo más real (para desgracia del pueblo andaluz) de la situación real de la política española. A pesar de que Podemos no se presentaba a ningún municipio, habían surgido decenas de movimientos municipalistas, que intentaban aunar a los partidos y los movimientos sociales con más éxito en unos casos que en otros. Tras un corto período de vida, el duelo estaba listo. Colau contra Trias. Carmena contra Aguirre. La ciudadanía, empoderada, contra los poderes fácticos. Después de una campaña (y meses de pre-campaña) del miedo, era el momento de que cada ciudadano español ejerciera su derecho de elegir a sus dirigente locales y autonómicos, uno de los pocos derechos que no se han vulnerado estos últimos años, pucherazos aparte.
Ya han pasado bastantes horas desde que cerraron los colegios electorales, desde que acabaron los recuentos de votos. Y los resultados son tan dispares como sorprendentes.
Más allá de las batallas en ciudades o comunidades concretas, la lectura global es más que positiva. Se podría argumentar que estas elecciones municipales y autonómicas han sido las que han tenido un resultado más positivo para el pueblo español desde el 82, o quizá de toda la democracia. El cambio en la corriente política se ha hecho patente de una forma contundente, así como la caída del bipartidismo, juntando PP y PSOE solo el 52% de los votos escrutados. En Madrid gobernará Manuela Carmena. En Barcelona, Ada Colau. Rita Barberá ha perdido Valencia, y el ayuntamiento será para Compromís. En muchas ciudades como Zaragoza, Cádiz, A Coruña, Santiago de Compostela, Terrasa, etc. las candidaturas municipalistas han conseguido resultados muy buenos, y podrán echar al PP pactando, ya sea dando la alcaldía al PSOE u otro partido o gobernando ellos mismos. Es cierto que el PSOE es un partido que representa los intereses del IBEX 35 y la Troika casi tanto como el PP, pero merece la pena darle un poco de poder ahora con tal de desalojar al PP de los ayuntamientos. Y es que estas elecciones han sido un batacazo para la derecha. El PP va a perder una gran parte de su control sobre la geografía española, incluso de feudos que parecían irreductibles, y Ciudadanos, el partido promocionado por los empresarios y los medios de este país, no ha sido para nada tan decisivo como se vaticinaba y no van a poder dar el gobierno al PP en muchos sitios. Si estamos dispuestos a engañarnos a nosotros mismos y aceptar que el PSOE es parte de la izquierda, la izquierda ha ganado. Bueno, toda no. Izquierda Unida se ha hundido a niveles nunca vistos, IU nunca supo canalizar el descontento ciudadano, ya sea por dogmatismo o por intereses que tengan poco o nada que ver con la política, y la aparición de fuerzas que han revitalizado la izquierda ha hecho que desaparezca en muchos sitios como Madrid, donde ni siquiera la dirección federal se atrevió a pedir el voto para esta formación tras todos los escándalos relacionados con IU-Comunidad de Madrid. Críticas a parte, no han sabido ganarse a la gente, y la historia les ha pasado por encima antes incluso que al PP o al PSOE. Pero lo importante es que la izquierda ha ganado, y ha destruido al bipartidismo en el proceso.
Aún así, es destacable la polaridad de los resultados comparando distintos lugares de la geografía nacional. De la misma forma que en Madrid, Barcelona y Valencia la derecha ha perdido el poder, en Sevilla ha ganado. En la ciudad de Murcia el PP podrá gobernar con el apoyo en mayor o menor medida de Ciudadanos, y en la Región de Murcia casi ha obtenido la mayoría absoluta. En las zonas rurales, aunque no exclusivamente, el bipartidismo sigue vivo. Las grandes ciudades vuelven a ser el motor del cambio, como en tantas ocasiones pasadas, y muchos habitantes de estas ciudades se van a beneficiar a partir de ahora de tener, por ejemplo, gobiernos que no deben un euro a un gran banco. Otros, en cambio, nos vamos a perjudicar al tener en el gobierno a una mafia que se aferra desesperadamente al poder y va a expoliar todo lo que pueda y más, va a morir matando. En el caso concreto de mi comunidad autónoma, Murcia, esto puede haber sido la sentencia de muerte para la Región, ya que con estas elecciones se perpetúa un modelo económico errático y fracasado que solo genera pobreza, corrupción y va a destruir el poco patrimonio medioambiental que nos queda., por no hablar de la precaria situación de la Universidad de Murcia, que, según el rector José Orihuela, podría entrar en bancarrota en menos de dos años, o el incierto futuro que ahora enfrentan los barrios de El Progreso y Santiago el Mayor, siguiendo en el ayuntamiento de la ciudad el partido que está dispuesto a dejar morir esos barrios a cambio de que llegue el AVE a Murcia.
Estas son las dos caras de la misma moneda. Hace poco más de cuatro años del 15-M. Hemos tomado Madrid, Barcelona, y muchas otras ciudades. La guerra que empezamos hace cuatro años, pero que venía de mucho más atrás, sigue su curso. Y de momento no nos va mal, nada mal.

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